domingo, 22 de febrero de 2009

¿ Paraíso/Infierno ?

Hace tiempo leí algo que quisiera compartir con vosotros:
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Ocurrió una vez que un samurai se preguntó dónde se encontraba el infierno y dónde el paraíso. Tras no encontrar respuesta bajo sus enredados pensamientos, decidió ir a ver a un maestro zen. Al llegar le preguntó al maestro "¿dónde se encuentran las puertas del infierno? ¿y las del cielo?, dime por favor!"

El maestro zen se quedó observando al viajero y le preguntó "¿quién eres?"
-"soy un samurai" -dijo el guerrero- "hasta el emperador me respeta".

-"un samurai? pareces un mendigo..." dijo el maestro zen con desprecio.

El samurai, ofendido y con su orgullo dañado se levantó inmediatamente, desenfundó su katana y se dispuso a decapitar al maestro.

-"ahora son las puertas del infierno las que estás abriendo".

El guerrero meditó unos instantes y, tras comprender, volvió a enfundar su katana y se sentó de nuevo.

-"ahora estás abriendo las puertas del cielo".
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Tiende a separarse el infierno y el cielo de uno mismo, como si estuviesen en lugares diferentes. Sin embargo, ambos están en nosotros mismos. Nuestra mente puede ser la semilla que dará fruto al paraíso o al infierno. No existen fuera de nosotros mismos. Evita el orgullo, el ego, la envidia, ambición, ...tu ya me entiendes. Simplemente, no te olvides de respirar.

sábado, 21 de febrero de 2009

Testimonio (I)

Hace 7 días conocí a una muchacha, joven, hermosa y, curiosamente, diferente. Si bien estoy de acuerdo en que todos somos diferentes de algún modo, esta chica lo era de un modo también diferente.

Nuestro encuentro fue poco usual en mi vida. Fue un sábado por la noche, en una discoteca, simplemente me acerqué y quise besarla. La besé, poco después regresé y la volví a besar y, cuando ya ambos nos volvíamos de regreso a casa compartimos el mismo taxi que, casualmente tomaba la misma ruta. Su casa estaba cerca de la mía. Recuerdo que aquel fue el mejor viaje en taxi que he hecho nunca. Ambos estábamos en la parte de atrás, ambos no cesábamos en mirarnos, acariciarnos y decirnos lo mucho que nos gustaba el otro. Sacó su lápiz de ojos del bolso y me escribió su número de teléfono en el brazo. Le indicó al taxista dónde parar, me besó y me dijo dulcemente "llámame". Lo cierto es que lo que más recuerdo de aquel viaje fueron las miradas, aquellas miradas que decían todo, párrafos enteros de poesía, sin pronunciar ni una palabra...

Aquella noche me acosté pensando en ella y a la mañana siguiente desperté pensando en ella. No tardé en llamarla, era domingo y supuse que estaría en casa. No estaba. La verdad es que tan sólo ese día la llamé alrededor de tres o cuatro veces. El lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado (hoy mismo) no serían días diferentes. De hecho, desde el lunes hasta el jueves no había logrado dejar de pensar en ella y, cada uno de esos días que la llamaba con insistencia y su padre me informaba de su ausencia iba a su casa, donde el taxi había parado el sábado y la esperaba el tiempo que podía, esperando verla entrar o salir en algún momento. Recuerdo que el martes contestó ella al teléfono y, de nuevo, palabras de seda cubiertas de belleza entre los dos. Resulta que contestó al teléfono cuando yo estaba frente a su casa pero ella no podía salir, según decía, por su padre. No me dio más explicación que esa pero aún así no quiso cortar la conversación, de hecho se ofreció a llamarme ella para continuar hablando y se mostraba muy sorprendida y agradecida por haberla llamado. Además, quedé con ella, al menos en llamarnos, para el día siguiente, o el siguiente, o el fin de semana. De hecho, el mismo día que ella contestó al teléfono me confesó que la habían despedido de su trabajo, igual que el día que la conocí, un 14 de Febrero, me había confesado que le habían roto el corazón (tal y como ella lo expresó). Nunca más volvería a escuchar su preciosa voz.

Estaba cayendo en un rompecabezas, una mujer deseada e imposible de localizar, y, con todo, demasiadas lagunas, vacíos, sobre ella. Realmente no sabía prácticamente nada sobre ella. Todo lo que sabía era que quería saber más. El jueves, tras haber estado de nuevo frente a su casa esperando verla salir o entrar vi a un hombre, de unos cuarenta años, salir y entrar varias veces de su casa. El hombre me miraba de reojo de vez en cuando y, entonces, fui a hablar con él para ver si podía ayudarme. Este me confesó que estaba a punto de llamar a la policía pensando que podría estar ahí con fines de robo y similares. Finalmente, entre palabra y palabra en esa conversación este hombre "dejó caer" que aquella mujer a la que había deseado y por la que había escrito algunos versos (llevaba sin escribir poesías casi tres años) ¡estaba casada!

Curiosamente, de tantas llamadas que le había hecho todo comenzaba a cuadrar. ¡Probablemente ella no vivía en casa de sus padres!
Sin embargo, no podía evitar pensar que algo raro había en todo este asunto. 22 años y casada, y poniéndole los cuernos a su esposo saliendo de fiesta sin él y, como último detalle, el hecho de que su padre pareciera estar evitando que yo hablara con ella (incluyendo lo que ella me había dicho por teléfono). La atracción que sentía por ella disminuyó y fue disminuyendo progresivamente y, aunque aun tiene cierta fuerza dicha atracción me encuentro en el dilema de si debería dejar pasar el tema y no buscarla, o si debería continuar buscándola. Para ambas decisiones tengo varias excusas y razones.

Por un lado, encuentro el hecho de que ella esté siendo sometida a un matrimonio obligado por parte de su padre, de origen cubano, que debo decir no creo que sea poco machista. Por otra parte, caigo en la pregunta de si, dejando pasar la situación estaría realmente dejándolo pasar o estaría huyendo de él o, peor aún desistiendo de pelear por ella.

A pesar de todos los enredos mentales y las palabras amigas que me aconsejaban desistir de mi deseo por encontrarla alegando que podría meterme en problemas por su esposo, hay algo que hoy mismo me ha ayudado a escoger. Hoy la llamé de nuevo, y al contestarme su padre sus palabras fueron las siguientes:
"Hágame el favor de no llamarla más porque ella tiene esposo y se va a meter usted en problemas". Palabras no muy amistosas en un país peligroso.

No había duda, había algo más en todo esto que no llegaba a comprender y que tampoco olía bien. La pregunta ahora era si debía mirar para otro lado, porque de verdad me estaba metiendo en terreno pantanoso, o si debía tratar de averiguar lo que estaba sucediendo, con el fin de ayudarla en caso de que ella quisiera. A raíz de esto vino de nuevo un enredoso pensamiento, mis sospechas eran cada vez más acertadas. Incluso después de suponer un 90% de la historia por pequeños detalles que iba averiguando día a día, aun me faltaba por conocer un 10% que tan sólo podría conocer encontrándola a ella.

Prácticamente todo aquel al que consultara acerca de esta situación me diría que me alejara del tema y pasara de todo. Sin embargo, eso es lo que hace que la moral humana esté cada día más deteriorada. Vemos hambre y lo ignoramos, vemos delincuencia y callamos, vemos actitudes hostiles y nos decimos "no es mi problema". Es por esto que, aun a riesgo de estar equivocado en mis suposiciones, tengo la intención de continuar buscando y, debo decir, que a pesar de que puedo pensar en curar "mi mal de amores" con otra persona e incluso pasar de todo esto, hay un guerrero latente en mí que está comenzando a despertar. Simplemente, una moral y principios que no me dejarán dormir mejor de lo que ya duermo sabiendo que, pudiendo, no estoy haciendo nada por... ¿por qué? ¿por miedo? ¿por X? y... ¿X es razón o excusa? No hay razón para no hacer lo correcto.
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Esta es la poesía que escribí el martes:

Delirios del corazón
Dormir tarde esperando tu llamada,
esperar verte al mirar por la ventana,
despertar contigo en mi pensamiento,
escribirte en unos versos lo que siento.

Hacer locuras sólo para verte,
cometer errores sólo por quererte.
Sentirme vivo al conocerte,
no poder sacarte de mi mente.

Y es que tus miradas aceleran mi corazón,
tus ojos cortan mi respiración,
y tu sonrisa, tu bonita sonrisa,
puede hacerme perder la razón.

Amyad

Así, verte de lejos.

Así, verte de lejos, definitivamente:
Tú vas con otro hombre; yo, con otra mujer...
y sé que, como el agua que brota de una fuente,
aquellos bellos días ya no pueden volver.

Así, verte de lejos y pasar sonriente,
como quien ya no siente lo que sentía ayer;
y lograr que mi rostro se quede indiferente,
y que el gesto de hastío parezca de placer.

Así, verte de lejos, y no decirte nada,
ni con una sonrisa, ni con una mirada,
y que nunca sospeches cuanto te quiero así;

porque aunque nadie sabe lo que a nadie le digo,
la noche entera es corta para soñar contigo,
y todo el día es poco para pensar en ti.

Jose Angel Buesa

jueves, 12 de febrero de 2009

Beauty

Mire hacia donde mire, tan sólo veo belleza. Incluso en la muerte. Tengo mi propia percepción y comprensión de la idea de Dios y, de algún modo, soy capaz de ver eso que puedo llamar Dios en todo lo que observo cuando lo que veo es belleza incluso en las cosas más vulgares. Es como si, estando atento a cada momento y descubriendo la belleza de todo cuanto me rodea, por un instante, si estoy atento, pudiera verle directamente a los ojos. Quizás entenderías esto que digo si comprendieras lo que entiendo por "Dios". Pero, sea como sea, aun así no lo entenderías de no haberlo experimentado.

La belleza de la que hablo a veces me resulta tan infinita y abrumadora que comprendo que el paraíso o el infierno son ambos una elección que realizo en cada momento. Comprendo que ambos son, más allá de lo que podría describir como físico, reales.

Querido lector, te invito a encontrar el paraíso por ti mismo, y no esperar a que llegue por sí solo.

Tan sólo dos palabras que sí puedes comprender de todo esto con toda seguridad:

TÚ PUEDES.

sábado, 7 de febrero de 2009

Nirvana

¿Existe un comienzo?

por Francis Story

Traducción española por Marco Ornelas

No es que el buddhismo niegue la teoría de un Dios-Creador, pero considera la hipótesis no sólo innecesaria, sino también incompatible con los hechos conocidos. Si para poder existir el mundo debió haber tenido un creador que lo antecediera, ¿cómo es que este mismo creador llegó a existir, y por medio de qué leyes estaba gobernada su naturaleza? Si tal ser fue capaz de existir sin un creador, la única razón para asumir su propia existencia es removida, porque el mundo mismo puede igualmente existir sin una causa que le anteceda. ¿Pudiera decirse entonces que el universo y el proceso de vida tuvieron algún comienzo, o estamos obligados a pensar en términos de comienzos sólo debido a las limitaciones de nuestra propia mente?

Un comienzo es un evento que tiene que suceder en un punto específico del espacio y del tiempo. No puede ocurrir en el vacío sin tiempo porque las tres condiciones del tiempo -pasado, presente y futuro- que son necesarias para que suceda cualquier evento, no pueden darse en un estado sin tiempo. Para que cualquier evento suceda, debe existir el tiempo antes de que suceda (pasado); el tiempo en que sucede (presente) y el tiempo después de que sucede (futuro). Pero el tiempo es todo él un concepto relativo: deben existir eventos sucediéndose para hacer posible que el tiempo exista, y es sólo a través de ciertos eventos sucediéndose regularmente, tales como la rotación diaria de la tierra y los cambios de estaciones, como el tiempo puede ser conocido y medido.

El acontecer de eventos necesita de la existencia de cosas. Por cosas queremos decir objetos que ocupan espacio y que por sus movimientos entre sí marcan no sólo divisiones en el tiempo, sino también áreas medibles en el espacio. Espacio y tiempo son entonces una unidad; un todo cualitativo con partes cuantitativas o relaciones. Podemos considerarlas por separado, pero no podemos adelantar ninguna declaración sobre una que no involucre en cierta manera a la otra. En una pincelada ésta es la base de la teoría de la relatividad. El conocimiento del espacio y del tiempo depende de la conciencia y de la posición sin ningún punto fijo de observación. El movimiento espacial y temporal es común tanto al observador como al objeto observado, de tal manera que lo que puede ser conocido no es una "cosa" sino simplemente una relación.

Cuando esto es comprendido se desprende que nunca pudo haber existido un comienzo –un origen que surge de la nada– del universo o del proceso de vida. Es cierto que el universo como lo conocemos se desarrolló de la materia dispersa de un universo previo, y cuando desaparezca, sus restos, a la manera de fuerzas activas, darán nacimiento, después de un tiempo, a otro universo en exactamente la misma forma. El proceso es cíclico y continuo. El complejo espacio-tiempo es curvo, y en una construcción curva de interrelaciones no puede haber un punto de origen o salida, de tal manera que en estas series de causas relacionadas es inútil buscar una Causa Primera. Tenemos la tendencia a buscar primeras causas y las pensamos necesarias sólo porque nuestras mentes están condicionadas a la relatividad temporal y espacial; la mente, por su propia naturaleza, debe operar dentro del mecanismo del cual es ella misma una parte; sólo puede tratar con relaciones. Esta es la razón por la que se dice en textos buddhistas –"no es posible descubrir el origen de los fenómenos, y no se puede encontrar el origen de los seres obstruídos por la ignorancia y entrampados por el deseo ".

De la misma forma que un universo da origen a otro a través de la energía residual que continuamente se renueva a sí misma –eso es, por medio del principio de la indestructibilidad de la materia– en esta misma forma la vida de un ser da origen a otro ser que no es el mismo en identidad y que no implica un ser inmutable, permanente. Aquello que los une es llamado en el buddhismo "kamma", o actividad volitiva; la continuación del proceso causal es llamada "samsara", o los ciclos del renacimiento; la actualidad del renacimiento y de la existencia sin ningún principio permanente de identidad o ser es llamada "anatta".

Cuando se dice que los ciclos del mundo o períodos del mundo, conocidos en el buddhismo como kappas, son de una duración inmensurable, debe ser recordado que todos los conceptos de tiempo son relativos; los medimos desde nuestra propia posición. En un contexto espacial inmensurablemente más vasto, el contexto del tiempo se alarga correpondientemente, de tal manera que eventos que cubren millones de años con nuestros cálculos, pueden ser medibles en términos de segundos. El cerebro puede enredarse con el concepto de infinitas construcciones espaciales-temporales que encajan o se impregnan entre sí interminablemente en todas direcciones, pero no está totalmente fuera de las posibilidades de la imaginación humana. Aparece con bastante frecuencia en el pensamiento buddhista; hay un número infinito (expresado convencionalmente como "diez mil", o "incalculable") de universos y treinta y un planos de existencia que tienen amplias diferencias en la medida del tiempo.

Lo que es impensable es un estado no-causal donde ni el espacio, ni el tiempo ni los eventos tienen existencia alguna. Esto tiene que ser comprendido por medio de la percepción directa, lo que significa deshacerse de las cadenas de la relatividad y de sus conceptos y procesos, y contactar dentro de uno mismo el "asankhata" o elemento incondicionado. La mente pensante, racional y discursiva, al agotar su exploración de los fenómenos y descubrir que todos ellos son impermanentes y carentes de realidad esencial, debe trascender este mecanismo, parar los impulsos generativos, y así producir la liberación final de todos los procesos. Esta liberación final es llamada Nirvana.